En medio de la guerra en Sudán que ha continuado durante casi treinta meses, el sector de la salud enfrenta una crisis sin precedentes con una amplia propagación de enfermedades como el dengue, el cólera y la malaria.
El ministro de salud sudanés, Haitham Mohamed Ibrahim, anunció que decenas de miles de ciudadanos han contraído estas enfermedades, señalando que las cifras oficialmente registradas no reflejan la verdadera magnitud de la propagación, ya que el 80% de los casos no llegan a los hospitales debido a su simplicidad o a la falta de recursos.
Las lluvias estacionales han agravado la situación, dejando charcos de agua estancada que se han convertido en un entorno ideal para la proliferación del mosquito portador de la enfermedad, especialmente en medio de la destrucción de las redes de agua y electricidad en la capital, Jartum.
En el hospital de Omdurman, los pacientes agotados yacen bajo mosquiteros en alas abarrotadas, en medio de una grave escasez de medicamentos esenciales como el paracetamol, que se vende en el mercado negro a precios que superan cinco veces el precio oficial.
El ministro señaló que los sistemas de fumigación han sido dañados por la guerra, lo que ha llevado a un aumento en la densidad de los mosquitos y la propagación de enfermedades.
A pesar de que los esfuerzos de vacunación y tratamiento de agua han contribuido relativamente a controlar la propagación del cólera en Jartum, la región de Darfur ha experimentado un pico en la propagación de la enfermedad, donde la Organización Mundial de la Salud registró más de 12,700 casos en cuatro meses, la mayoría en la ciudad de Tawila, a la que han huido miles de desplazados.
En medio de la disminución del apoyo internacional, el ministro aclaró que el costo de enfrentar estas epidemias simultáneas asciende a aproximadamente 39 millones de dólares, mientras que Sudán actualmente recibe menos de un tercio de la financiación necesaria para el sector de la atención médica, que depende en gran medida de la ayuda externa.
Esta crisis de salud refleja los costos ocultos del conflicto y destaca la urgente necesidad de una intervención internacional inmediata que rehabilite el sistema de salud y limite la propagación de enfermedades.