En un aumento del discurso de condena internacional, el senador Ben Cardin, presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado de EE. UU., dijo que lo que está ocurriendo en la ciudad de Al-Fasher "no es una coincidencia", sino que es parte de un "plan sistemático" elaborado por las Fuerzas de Apoyo Rápido desde el inicio del conflicto.
Agregó que las atrocidades cometidas, incluido el genocidio, justifican clasificar a las Fuerzas de Apoyo Rápido como una "organización terrorista extranjera".
Por su parte, Mini Arko Minawi, gobernador de la región de Darfur, confirmó que Al-Fasher y las aldeas cercanas han sido testigos de masacres horribles perpetradas por las milicias de las Fuerzas de Apoyo Rápido, señalando que estas fuerzas "no hacen distinción entre ciudadanos y niños", y que lo que está ocurriendo es "un comienzo sin fin", en referencia a la continuación de la escalada sangrienta.
Las declaraciones simultáneas desde Washington y Al-Fasher reflejan la magnitud de la catástrofe humanitaria que se está revelando en el oeste de Sudán, en medio de crecientes demandas internacionales para abrir investigaciones internacionales y responsabilizar a los responsables de las violaciones.