Declaración de Nueva York: un paso internacional hacia la solución de dos estados en medio de las complejidades de la realidad

La declaración se considera una hoja de ruta no vinculante que tiene como objetivo lograr "pasos concretos y con plazos definidos e irrevocables" hacia el establecimiento de un estado palestino independiente junto a Israel. La declaración recibió un amplio apoyo, pero enfrentó oposición de diez países, entre ellos Estados Unidos e Israel, mientras que 12 países se abstuvieron de votar, y alrededor de 20 países no estuvieron presentes en la sesión.
La declaración llama a un cese al fuego inmediato en Gaza, a la liberación de todos los prisioneros, a la desmilitarización del movimiento Hamas y a su exclusión del gobierno en la franja, además de enfatizar la necesidad de un reconocimiento mundial del Estado de Palestina como un elemento esencial para lograr la paz. Junto a esto, la declaración prevé la creación de una autoridad palestina que controle todas las tierras palestinas, con la creación de un comité administrativo transitorio tan pronto como se detenga el fuego, y el apoyo a una misión internacional temporal para lograr la estabilidad bajo los auspicios de las Naciones Unidas.
Desde el punto de vista simbólico, la votación representa una confirmación del creciente apoyo internacional a la idea de la solución de dos estados, especialmente en medio de la reciente escalada militar en Gaza. El embajador palestino ante las Naciones Unidas consideró que el abrumador apoyo refleja "el deseo de casi todos de abrir la puerta a la opción de paz". Sin embargo, las reacciones de las partes involucradas fueron variadas.
Mientras que la diplomacia palestina acogió la decisión, Israel la atacó con dureza. El primer ministro israelí Benjamin Netanyahu dijo horas antes de la votación: "No habrá un estado palestino", y el embajador israelí ante las Naciones Unidas describió la declaración como una "farsa" y un "regalo para Hamas". Por su parte, Estados Unidos se opuso a la decisión y la calificó de "estrategia de propaganda" y "inapropiada" y que "amenaza los esfuerzos diplomáticos serios".
Esta postura estadounidense se da en un contexto histórico de apoyo tradicionalmente firme a la solución de dos estados, pero con un rechazo al reconocimiento unilateral del Estado de Palestina. Sin embargo, la actual administración estadounidense, así como posibles declaraciones en caso de que regrese la administración Trump, muestran una variación en las posiciones, que oscilan entre el apoyo condicionado al acuerdo del siglo y la oposición al estado palestino tras los eventos de octubre de 2023.
Aunque la declaración no es vinculante, envía un fuerte mensaje político sobre el creciente aislamiento de Estados Unidos e Israel en su postura respecto a la solución de dos estados. También abre la puerta a futuros movimientos diplomáticos, como el reconocimiento por parte de varios países del Estado de Palestina durante las actividades de la actual Asamblea General.
Pero la pregunta más profunda sigue siendo: ¿puede esta declaración lograr un avance en un proceso estancado durante décadas? La respuesta depende de la capacidad de la comunidad internacional para convertir esta voluntad política en presión efectiva sobre el terreno, y al mismo tiempo, superar las complejidades internas de israelíes y palestinos, así como la complicada realidad geopolítica en la región. Sin un mecanismo de implementación claro y una verdadera voluntad de las partes involucradas, la declaración podría quedar como otra simple declaración en el registro de las Naciones Unidas.