Discurso de Netanyahu en la ONU: ¿Actuación propagandística o fracaso diplomático?

La corresponsal israelí Lisa Rosovsky del periódico Haaretz, que cubrió el evento desde Nueva York, observó que el discurso se basó en "diversas artimañas propagandísticas", comenzando por levantar un mapa que muestra a Israel rodeado de lo que él describió como "enemigos derrotados", hasta transmitir el discurso en Gaza a través de altavoces y enviar mensajes en hebreo a los teléfonos de palestinos. Pero lo más controvertido fue el "código de barras" fijado en el cuello de su traje, que lleva a imágenes de cuerpos de israelíes asesinados en los ataques del 7 de octubre.
El mayor ausente en el discurso fue cualquier nueva visión política. En lugar de presentar iniciativas para la paz, Netanyahu reiteró su rotunda negativa a la creación de un estado palestino, ignorando así los recientes cambios internacionales que han visto el reconocimiento de decenas de países al Estado de Palestina. También lanzó un ataque contra los líderes europeos que reconocieron a este estado.
Es notable que Netanyahu envió un mensaje claro al presidente estadounidense Donald Trump, ya que citó en repetidas ocasiones a generales estadounidenses y mencionó las ganancias de inteligencia de Washington por la cooperación con Israel. Incluso llegó a acusar a Irán de dos intentos de asesinato contra Trump.
Los analistas ven que el discurso tuvo como objetivo a dos públicos principales: la base de derecha en Israel que convertirá estas escenas en material propagandístico, y al público estadounidense que Netanyahu intenta ganar apoyando la imagen de Israel como un aliado estratégico de Washington.
Parece que el discurso reveló la estrategia clara de Netanyahu: centrarse en la dimensión de seguridad y mediática, y renunciar a cualquier intento serio de convencer a la comunidad internacional sobre la viabilidad de su enfoque político. Lo que refleja un cambio en la política israelí hacia una dependencia casi total del apoyo estadounidense, en un momento en que se refuerza el aislamiento diplomático de Israel en el escenario internacional.
Esta escena plantea preguntas sobre el futuro de la política israelí en ausencia de una visión política capaz de lidiar con los cambios regionales e internacionales, y la continua dependencia de la alianza estadounidense como única opción frente al aumento de las presiones internacionales.