Luxemburgo experimenta un cambio histórico.. el Gran Duque Enrique abdica en favor de su hijo el Príncipe Guillermo

En un paso histórico, el Gran Duque de Luxemburgo, Enrique, ha abdicado oficialmente del trono a favor de su hijo y heredero, el Príncipe Guillermo, en una escena real que anuncia el inicio de una nueva era para el pequeño ducado europeo.
El Gran Duque Enrique, de 70 años, ha "servido al pequeño ducado en el corazón de Europa durante 25 años en un papel mayormente simbólico". Esta abdicación corona un reinado que se ha extendido por un cuarto de siglo.
Se espera que el Príncipe Guillermo, de 43 años, sea proclamado nuevo Gran Duque de Luxemburgo en una ceremonia oficial que se llevará a cabo hoy viernes. Tras la coronación, "el público saludará desde el balcón del Palacio del Gran Duque junto a la familia real a su lado", en una de sus primeras tareas simbólicas.
Con este paso, Guillermo entrará en la historia como "el séptimo Gran Duque de Luxemburgo desde 1890, cuando se estableció la monarquía moderna".
Para compartir el momento histórico del pequeño ducado en Europa, "se espera que asistan a la ceremonia de investidura miembros de las familias reales de los Países Bajos y Bélgica". Además, el evento contará con la presencia de altos dignatarios internacionales, ya que "el nuevo Gran Duque ofrecerá una cena para los invitados, entre ellos el presidente francés Emmanuel Macron y el presidente alemán Frank-Walter Steinmeier".
Las celebraciones continuarán durante el fin de semana, ya que "Guillermo realizará un recorrido tradicional por el país que culminará con una misa el domingo con el arzobispo Jean-Claude Hollerich en la catedral católica de Notre-Dame en Luxemburgo".
Cabe destacar que Luxemburgo, que "se separó de lo que ahora se conoce como Francia, Bélgica y Alemania en los siglos XVII y XIX, es un estado democrático parlamentario, presidido por el Gran Duque al igual que el rey Carlos en el Reino Unido o el rey Felipe en Bélgica", aún mantiene un sistema monárquico constitucional que desempeña un papel simbólico y unificador en el corazón de Europa.