Aranceles como arma geopolítica en la guerra de Ucrania
September 11, 202580 VistasTiempo de lectura: 3 minutos

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En un aumento sin precedentes de la presión económica, el presidente estadounidense Donald Trump pidió a la Unión Europea que impusiera aranceles de hasta el 100% sobre los bienes chinos e indios, en un intento de utilizar el comercio como herramienta de presión sobre los principales partidarios de Rusia. Esta solicitud, realizada durante una llamada telefónica con funcionarios de la Unión Europea, representa un cambio radical en la estrategia occidental para enfrentar la guerra en Ucrania.
La nueva visión estadounidense se basa en sofocar la financiación indirecta de los esfuerzos bélicos rusos al apuntar a asociaciones económicas vitales. Los funcionarios estadounidenses han confirmado la disposición de Washington a "igualar" cualquier tarifa impuesta por los europeos, lo que podría llevar a una guerra comercial a gran escala con las segunda y tercera economías más grandes de Asia.
Este paso se da en un momento crítico, ya que Ucrania está experimentando la ola de bombardeos aéreos más intensa desde el inicio de la guerra, con Rusia utilizando al menos 810 drones y 13 misiles en ataques simultáneos. La escalada militar rusa se ve acompañada de una escalada económica occidental, en una ecuación que refleja la complejidad de la crisis y la interconexión de las herramientas de confrontación.
La respuesta china fue rápida y contundente, ya que Pekín negó cualquier papel en la crisis ucraniana y consideró los aranceles propuestos como "presiones económicas inaceptables". Esta postura coloca a la Unión Europea en un aprieto, entre el deseo de aumentar la presión sobre Rusia y el miedo a las repercusiones de una guerra comercial con China.
La paradoja radica en el momento, ya que la solicitud de Trump llega solo días después de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái que fortaleció la alianza entre Putin, Xi Jinping y Modi. Estos movimientos reflejan un cambio en las estrategias geopolíticas, donde la guerra en Ucrania se convierte en una guerra por poder entre dos ejes económicos.
Las relaciones entre Estados Unidos e India también están experimentando un cambio notable, ya que Trump expresó su optimismo sobre las conversaciones comerciales con Nueva Delhi, mientras que Modi describió las relaciones bilaterales como "una amistad cercana". Estas señales conciliatorias podrían allanar el camino para un nuevo entendimiento sobre el tema del petróleo ruso, del cual India sigue siendo uno de los mayores importadores.
El mayor desafío sigue siendo la disposición de la Unión Europea para adoptar esta radical estrategia estadounidense. Imponer aranceles de tal magnitud tendría grandes repercusiones económicas en las economías europeas que aún dependen de Rusia para el 19% de sus importaciones de gas natural.
Este paso representa una gran apuesta para la administración de Trump, que busca lograr una victoria diplomática en Ucrania antes de las próximas elecciones presidenciales. El éxito dependerá de la capacidad de Occidente para soportar los costos de una guerra económica en múltiples frentes y de la efectividad de la presión económica para obligar a Putin a la mesa de negociaciones.
La nueva visión estadounidense se basa en sofocar la financiación indirecta de los esfuerzos bélicos rusos al apuntar a asociaciones económicas vitales. Los funcionarios estadounidenses han confirmado la disposición de Washington a "igualar" cualquier tarifa impuesta por los europeos, lo que podría llevar a una guerra comercial a gran escala con las segunda y tercera economías más grandes de Asia.
Este paso se da en un momento crítico, ya que Ucrania está experimentando la ola de bombardeos aéreos más intensa desde el inicio de la guerra, con Rusia utilizando al menos 810 drones y 13 misiles en ataques simultáneos. La escalada militar rusa se ve acompañada de una escalada económica occidental, en una ecuación que refleja la complejidad de la crisis y la interconexión de las herramientas de confrontación.
La respuesta china fue rápida y contundente, ya que Pekín negó cualquier papel en la crisis ucraniana y consideró los aranceles propuestos como "presiones económicas inaceptables". Esta postura coloca a la Unión Europea en un aprieto, entre el deseo de aumentar la presión sobre Rusia y el miedo a las repercusiones de una guerra comercial con China.
La paradoja radica en el momento, ya que la solicitud de Trump llega solo días después de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái que fortaleció la alianza entre Putin, Xi Jinping y Modi. Estos movimientos reflejan un cambio en las estrategias geopolíticas, donde la guerra en Ucrania se convierte en una guerra por poder entre dos ejes económicos.
Las relaciones entre Estados Unidos e India también están experimentando un cambio notable, ya que Trump expresó su optimismo sobre las conversaciones comerciales con Nueva Delhi, mientras que Modi describió las relaciones bilaterales como "una amistad cercana". Estas señales conciliatorias podrían allanar el camino para un nuevo entendimiento sobre el tema del petróleo ruso, del cual India sigue siendo uno de los mayores importadores.
El mayor desafío sigue siendo la disposición de la Unión Europea para adoptar esta radical estrategia estadounidense. Imponer aranceles de tal magnitud tendría grandes repercusiones económicas en las economías europeas que aún dependen de Rusia para el 19% de sus importaciones de gas natural.
Este paso representa una gran apuesta para la administración de Trump, que busca lograr una victoria diplomática en Ucrania antes de las próximas elecciones presidenciales. El éxito dependerá de la capacidad de Occidente para soportar los costos de una guerra económica en múltiples frentes y de la efectividad de la presión económica para obligar a Putin a la mesa de negociaciones.