Las miradas en Beirut, hoy jueves, se dirigen hacia la roca de Raouche, que se ha convertido en un nuevo símbolo de la lucha política entre la presidencia del gobierno y Hezbolá.
A pesar de la insistencia del presidente del gobierno, Nawaf Salam, en su decisión de prohibir el uso de sitios arqueológicos y turísticos para cualquier actividad sin un permiso previo, el partido ha llamado a sus seguidores a reunirse en el famoso monumento marítimo para iluminarlo con imágenes de sus dos secretarios generales anteriores, Hassan Nasrallah y Hashem Safieddine, desafiando así la decisión de la autoridad ejecutiva.
La Asociación Libanesa de Artes, cercana al partido, había presentado una solicitud oficial al gobernador de Beirut para llevar a cabo una actividad simbólica en las cercanías de la roca sin iluminarla, a lo que el gobernador Marwan Abboud accedió con la condición de cumplir con la ley.
Sin embargo, la reciente convocatoria a los seguidores del partido para iluminar la roca ha reavivado el debate, provocando un amplio despliegue de seguridad, ya que las fuerzas de seguridad se han desplegado desde la mañana en los alrededores de la zona y en las azoteas de algunos edificios que dan a ella, anticipándose a cualquier problema.
La movilización ha generado una aguda división en Líbano, ya que diputados y figuras políticas han expresado su rechazo a convertir uno de los principales símbolos de la capital en una plataforma partidista, mientras que los partidarios del partido defienden la medida considerándola un homenaje a sus líderes que fueron asesinados el año pasado en operaciones israelíes que apuntaron al suburbio sur de Beirut.
La roca de Raouche, con una altura de aproximadamente 70 metros en medio del mar, es un símbolo natural e histórico de Beirut, lo que hace que cualquier intento de utilizarla políticamente o partidariamente sea un tema sensible de debate.
Con el aumento de las llamadas contradictorias entre la prohibición y la insistencia, el panorama sigue abierto a posibilidades de tensión adicional en la capital, en un momento en que Líbano se encuentra bajo crisis políticas y económicas asfixiantes.