Israel frente a la aislamiento: reconocimiento tardío y críticas hacia Netanyahu

En un paso raro y con profundas implicaciones políticas, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu reconoció que la guerra de Gaza ha llevado a Israel a un aislamiento internacional asfixiante, considerando que la forma de romperlo radica en "la inversión intensiva" en operaciones de influencia mediática y propagandística a través de plataformas tradicionales y digitales. Sin embargo, este reconocimiento, aunque llegó tarde, abre la puerta a una lectura más amplia del deterioro de la imagen de Israel en el mundo, y del debate político explosivo en el interior sobre la responsabilidad de este estancamiento.
Netanyahu, quien intentó culpar a las "minorías europeas" y a "los países que apoyan el pensamiento anti-sionista" como Qatar por la disminución de la imagen de Israel, ignoró deliberadamente la esencia de la crisis: una guerra devastadora que ha dejado decenas de miles de víctimas en Gaza y ha desatado una ola de condena sin precedentes tanto en Occidente como en Oriente. La paradoja es que el propio primer ministro reconoce —a través de su admisión del peligro de las sanciones económicas y la erosión de los mercados exteriores— que lo que enfrenta Israel no es solo una "campaña de propaganda", sino una crisis estructural que golpea los cimientos de su proyecto político y económico.
Pero lo más peligroso del reconocimiento es lo que Netanyahu reveló sobre sus planes para enfrentar la crisis: fortalecer el aislamiento autoimpuesto, reducir la dependencia del comercio exterior e invertir más en industrias militares, lo que significa consagrar la lógica de "la nación fortaleza", separada de su entorno internacional y dependiente de la fuerza militar como columna vertebral de su continuidad. Esta tendencia no solo refleja la ansiedad por el asedio económico, sino también el cierre del horizonte político, ya que no hay ningún discurso sobre una solución o revisión del curso de la guerra.
Por otro lado, el líder de la oposición Yair Lapid no dudó en lanzar críticas, acusando a Netanyahu de destruir la posición de Israel y convertirla en "un país del tercer mundo". Lapid, quien intenta trazar una alternativa política basada en la reintegración en la economía global, ve que lo que está sucediendo es un resultado directo de "la política de fracaso y aislamiento" adoptada por el primer ministro.
En el ámbito económico, el testimonio de ochenta expertos económicos confirma que el costo de la ocupación directa de Gaza llevará a Israel hacia una crisis financiera asfixiante, debido a la hemorragia militar y las sanciones europeas. Esta advertencia no se limita solo a la economía, sino que también afecta la posición geopolítica de Israel como un aliado occidental confiable, una posición que se está erosionando gradualmente bajo la presión de la opinión pública internacional.
El panorama actual revela a Israel como una entidad que enfrenta el desafío estratégico más grave en décadas: un aislamiento internacional creciente, una división interna aguda y una economía que tiende hacia la contracción. Mientras Netanyahu apuesta por "la resistencia propagandística", sus oponentes comprenden que la verdadera lucha ya no se libra en el campo de los medios, sino en el ámbito de la legitimidad política y moral. En este campo, parece que Israel está perdiendo la batalla de la imagen y el estatus a un ritmo acelerado.
El reconocimiento de Netanyahu sobre el aislamiento no es solo un desliz político, sino una declaración clara de que Israel ha entrado en una fase de exposición internacional, donde la propaganda ya no puede ocultar los efectos de la catastrófica guerra de Gaza. Entre la lógica de "la nación fortaleza" que adopta Netanyahu y la visión de "la nación abierta" que aboga Lapid, queda la pregunta: ¿puede Israel romper el cerco del aislamiento o se dirige a pasos firmes hacia un aislamiento estratégico a largo plazo?