Las garantías de seguridad para Ucrania: entre las promesas de Occidente y los temores de Moscú
September 4, 202569 VistasTiempo de lectura: 3 minutos

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Mientras la guerra en Ucrania entra en su cuarto año, los debates en las capitales occidentales sobre el tipo de garantías de seguridad que se pueden ofrecer a Kiev en la etapa posterior a la guerra están en aumento. Los funcionarios europeos consideran que las nuevas ofertas estadounidenses de proporcionar apoyo aéreo e inteligencia constituyen "el paso crucial" que Europa espera para justificar el envío de tropas a territorio ucraniano. Sin embargo, estos ambiciosos planes se ven obstaculizados por una única realidad inmutable: la falta de cualquier indicio de que Rusia esté dispuesta a detener los combates.
Desde hace meses, Francia y el Reino Unido lideran una coalición europea que busca formular arreglos de seguridad a largo plazo para Ucrania, que incluyen el despliegue de tropas en el terreno. Las visitas repetidas de delegaciones europeas a la Casa Blanca han resultado en una aprobación preliminar de la administración Trump para proporcionar apoyo que incluya capacidades de defensa aérea adicionales, y quizás ayuda para imponer una zona de exclusión aérea, junto con capacidades de vigilancia y reconocimiento. Pero los funcionarios estadounidenses advierten que "la oferta es diferente de la aprobación", y que la decisión final aún no se ha tomado.
La verdadera dificultad radica en la postura inflexible de Rusia. El Kremlin rechaza categóricamente cualquier presencia de tropas europeas o de la OTAN en Ucrania, incluso si no operan oficialmente bajo la bandera de la alianza. En cambio, Moscú sugiere fuerzas de paz chinas como alternativa, una propuesta que ha sido recibida con frialdad en las capitales occidentales.
Los planes europeos incluyen asegurar el espacio aéreo sobre Ucrania y el mar Negro, desplegar una fuerza de "tranquilidad" en el terreno lejos de las líneas de combate, junto con un elemento de entrenamiento para reconstruir el ejército ucraniano y transformarlo en lo que los líderes europeos describen como un "erizo de acero". El presidente francés Emmanuel Macron ha confirmado que los ministros de defensa europeos han completado planes "altamente confidenciales", enfatizando que la pregunta ahora es "la credibilidad de Rusia".
Sin embargo, estas ambiciones europeas enfrentan desafíos significativos. El apoyo estadounidense está condicionado a que "los europeos tomen la iniciativa", y algunas capitales europeas enfrentan dilemas internos por temor a que la participación se convierta en una carga política si pone en riesgo la vida de los soldados. Alemania, por ejemplo, no ha hecho compromisos finales a pesar de su tono abierto, mientras que las discusiones continúan en París y Londres sobre el tamaño de la participación y cómo responder a cualquier posible violación rusa.
Lo más importante es que el consenso sobre medidas de seguridad a corto plazo podría fortalecer la posición del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky si entra en negociaciones de paz con Moscú que podrían requerir concesiones territoriales dolorosas. Las garantías de seguridad podrían ser la carta que otorgue a Kiev algo de seguridad frente a un futuro incierto.
La verdadera paz necesita más que planes de seguridad, necesita una voluntad política genuina de todas las partes, y una disposición para acordar compromisos que detengan el derramamiento de sangre y abran el camino hacia un futuro más estable para Ucrania y toda la región.
Desde hace meses, Francia y el Reino Unido lideran una coalición europea que busca formular arreglos de seguridad a largo plazo para Ucrania, que incluyen el despliegue de tropas en el terreno. Las visitas repetidas de delegaciones europeas a la Casa Blanca han resultado en una aprobación preliminar de la administración Trump para proporcionar apoyo que incluya capacidades de defensa aérea adicionales, y quizás ayuda para imponer una zona de exclusión aérea, junto con capacidades de vigilancia y reconocimiento. Pero los funcionarios estadounidenses advierten que "la oferta es diferente de la aprobación", y que la decisión final aún no se ha tomado.
La verdadera dificultad radica en la postura inflexible de Rusia. El Kremlin rechaza categóricamente cualquier presencia de tropas europeas o de la OTAN en Ucrania, incluso si no operan oficialmente bajo la bandera de la alianza. En cambio, Moscú sugiere fuerzas de paz chinas como alternativa, una propuesta que ha sido recibida con frialdad en las capitales occidentales.
Los planes europeos incluyen asegurar el espacio aéreo sobre Ucrania y el mar Negro, desplegar una fuerza de "tranquilidad" en el terreno lejos de las líneas de combate, junto con un elemento de entrenamiento para reconstruir el ejército ucraniano y transformarlo en lo que los líderes europeos describen como un "erizo de acero". El presidente francés Emmanuel Macron ha confirmado que los ministros de defensa europeos han completado planes "altamente confidenciales", enfatizando que la pregunta ahora es "la credibilidad de Rusia".
Sin embargo, estas ambiciones europeas enfrentan desafíos significativos. El apoyo estadounidense está condicionado a que "los europeos tomen la iniciativa", y algunas capitales europeas enfrentan dilemas internos por temor a que la participación se convierta en una carga política si pone en riesgo la vida de los soldados. Alemania, por ejemplo, no ha hecho compromisos finales a pesar de su tono abierto, mientras que las discusiones continúan en París y Londres sobre el tamaño de la participación y cómo responder a cualquier posible violación rusa.
Lo más importante es que el consenso sobre medidas de seguridad a corto plazo podría fortalecer la posición del presidente ucraniano Volodymyr Zelensky si entra en negociaciones de paz con Moscú que podrían requerir concesiones territoriales dolorosas. Las garantías de seguridad podrían ser la carta que otorgue a Kiev algo de seguridad frente a un futuro incierto.
La verdadera paz necesita más que planes de seguridad, necesita una voluntad política genuina de todas las partes, y una disposición para acordar compromisos que detengan el derramamiento de sangre y abran el camino hacia un futuro más estable para Ucrania y toda la región.