Cerca del corazón de la capital Bagdad, el sector de los centros de belleza está creciendo notablemente, ya no es solo un campo para mejorar la apariencia, sino que se ha convertido en un foco de amplio debate, ante las revelaciones de irregularidades que amenazan la salud pública, la seguridad social y plantean preguntas sobre la falta de supervisión, e incluso se relacionan con delitos graves que afectan al sistema de justicia.
En un desarrollo preocupante, el Ministerio de Salud en la región del Kurdistán de Irak anunció el registro de tres casos de infección por el virus de inmunodeficiencia adquirida (VIH/SIDA) entre trabajadores extranjeros en salones de belleza para mujeres.
Estos casos se descubrieron durante las campañas de revisión rutinaria relacionadas con la renovación de las licencias de salud, sin revelar nombres o ubicaciones de esos centros, lo que ha generado crecientes temores entre los ciudadanos y clientes de estos salones, especialmente en Bagdad, donde este tipo de centros está proliferando rápidamente sin suficiente supervisión sanitaria.
Pero el problema no se detiene en el aspecto de la salud, fuentes de seguridad han revelado que varios centros de belleza se han convertido en fachadas utilizadas para actividades ilegales que incluyen lavado de dinero, contrabando de dólares, tráfico de personas, además de la promoción y consumo de drogas.
Estas fuentes mencionaron que estas actividades a veces se llevan a cabo bajo el amparo político y miliciano, lo que complica las medidas de rendición de cuentas y debilita la capacidad de las instituciones estatales para hacer cumplir la ley o cerrar los centros involucrados.
Las fuentes también señalaron que varios trabajadores en estos centros no tienen ninguna capacitación médica o estética real, lo que ha resultado en cientos de errores médicos que han causado deformidades físicas y daños graves a los clientes sin que los responsables de esos errores sean responsabilizados, debido a la protección proporcionada por algunas autoridades influyentes para estos centros.
Algunos de estos salones, a pesar de su gran tamaño y ubicaciones lujosas, han sido abiertos en áreas exclusivas a un costo muy alto que no se corresponde con los ingresos del sector de belleza natural, lo que genera amplias sospechas sobre sus verdaderas fuentes de financiamiento y su conexión con actividades sospechosas.
Estos desarrollos han provocado una ola de indignación popular y llamados crecientes de la sociedad civil para fortalecer la supervisión legal y sanitaria de estos centros, regular el sector de manera más estricta y responsabilizar a las entidades que utilizan salones de belleza como fachadas para llevar a cabo actividades ilegales que afectan la salud pública, la economía e incluso la seguridad ética.
Además, muchos iraquíes han instado a activar el papel judicial para perseguir a los responsables de estos centros y sancionarlos legalmente, garantizando así la restauración de la autoridad del Estado y la protección de la sociedad contra las consecuencias de estas irregularidades.