Zelenski pide garantías y Putin impone condiciones... y el campo de batalla calla ante la voz de la diplomacia

August 21, 202534 VistasTiempo de lectura: 4 minutos
Zelenski pide garantías y Putin impone condiciones... y el campo de batalla calla ante la voz de la diplomacia
Parece que la ventana de la diplomacia se ha abierto de par en par entre Moscú y Kiev, pero lleva consigo condiciones y complicaciones que podrían devolver a la región al punto de partida. El presidente ucraniano Volodímir Zelenski anuncia su disposición a reunirse con su homólogo ruso Vladimir Putin, pero con condiciones que parecen redefinir el significado de "paz" en la región.
Zelenski ya no es ese líder que solo pide un alto el fuego, sino que se ha convertido en un estadista que exige garantías de seguridad permanentes. Sus palabras fueron claras: "Las conversaciones no pueden ser solo un alto el fuego temporal". Este cambio en el discurso refleja una dura lección que Ucrania aprendió del invasión de 2022: que la paz frágil puede ser el preludio de una guerra más intensa.
Las garantías que pide Zelenski no son solo promesas diplomáticas, sino acuerdos vinculantes de grandes potencias, que forman una red de seguridad que protege a Ucrania de cualquier agresión futura. Esta demanda llega en un momento en que los países occidentales están considerando múltiples opciones, desde garantías similares al artículo cinco de la OTAN hasta el despliegue de fuerzas de entrenamiento internacionales.
Pero Moscú no parece estar dispuesto a sentarse a la mesa de negociaciones sin sus propias condiciones. El ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, plantea un nuevo obstáculo en el camino: la legitimidad del presidente ucraniano. Al plantear la cuestión de las elecciones ucranianas pospuestas, parece que el Kremlin intenta redefinir quién es la parte legítima en las negociaciones.
La acusación de Lavrov a Kiev de actuar bajo "dictados occidentales" revela el profundo temor ruso de que cualquier acuerdo pueda convertirse en una victoria occidental a expensas de los intereses rusos. Esta mentalidad sugiere que el camino hacia las negociaciones estará lleno de profundas dudas de ambas partes.
En el terreno, Rusia no deja lugar a dudas de que está negociando desde una posición de fuerza. El reciente ataque ruso, el más grande en semanas, envía un mensaje claro: que la diplomacia no detendrá las operaciones militares. El uso de decenas de drones y misiles recuerda que la fuerza militar sigue siendo el lenguaje básico en esta crisis.
Sin embargo, las defensas ucranianas han demostrado una vez más su efectividad al derribar la mayoría de los misiles, lo que muestra que Kiev ya no es esa parte débil que era al inicio de la guerra. Esta ecuación militar relativamente equilibrada podría ser, de hecho, el factor que impulse a ambas partes hacia las negociaciones.
En el trasfondo, hay otros actores que influyen en el curso. La solicitud de Zelenski a Trump para que interceda ante el primer ministro húngaro Viktor Orbán revela una nueva dimensión en la crisis. La oposición de Orbán a la adhesión de Ucrania a la Unión Europea representa un gran obstáculo en el camino hacia la integración europea que Kiev considera esencial para su seguridad futura.
Las promesas de Trump de presionar a Orbán abren la puerta a una diplomacia estadounidense no convencional que podría cambiar la ecuación. Pero también plantea preguntas sobre la capacidad de Washington para imponer su voluntad a aliados no convencionales como Orbán.
Las opciones para Ucrania y Rusia son limitadas: o una paz frágil y un alto el fuego temporal sin garantías de seguridad reales, lo que significa la posibilidad de que la guerra se reanude más tarde.
O un acuerdo integral que garantice la seguridad de Ucrania y tenga en cuenta los intereses rusos, pero que parece difícil de alcanzar en las circunstancias actuales. O la continuación de la guerra y el fracaso de las negociaciones y el regreso a la confrontación militar total.
El momento actual representa una oportunidad rara para poner fin a la guerra más larga en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Pero su éxito requiere más que solo el deseo de sentarse a la mesa. Ambas partes necesitan superar las profundas dudas y centrarse en los intereses de sus pueblos que han sido desgastados por la guerra.


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