"Granjas de Bienestar" de Trump: Soluciones controvertidas para la crisis de salud mental en América
August 13, 2025142 VistasTiempo de lectura: 3 minutos

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El presidente estadounidense Donald Trump y el secretario de salud Robert Kennedy Jr. han revelado planes para crear lo que se llama "granjas de bienestar" para tratar a pacientes psiquiátricos, personas sin hogar y adictos a las drogas. Sin embargo, estos planes, que la administración promueve como una solución "humana", llevan consigo preocupaciones sobre el regreso del modelo institucional coercitivo que se abandonó hace décadas debido a sus violaciones brutales.
Según las directrices anunciadas, las granjas de bienestar son detenciones coercitivas donde se ingresará a personas sin hogar y a aquellos con trastornos mentales o adicciones en centros de tratamiento sin su consentimiento, basándose en evaluaciones poco claras.
La eliminación de la atención comunitaria mediante la reducción de financiamiento a programas de vivienda y apoyo social, reemplazándolos por instituciones cerradas. Con insinuaciones de que los internos serán obligados a trabajar como parte de la "rehabilitación", en un marco que se asemeja a la esclavitud.
Supervisión ideológica: preocupaciones sobre la promoción de estos centros de programas de "reeducación" basados en ideas de extrema derecha, especialmente después de las declaraciones de Kennedy Jr. que describieron los antidepresivos como "tan peligrosos como la heroína".
El plan no es nuevo. El expresidente brasileño Jair Bolsonaro implementó políticas similares, entre las que destacan:
Cierre de centros de salud mental comunitarios.
Financiamiento de "comunidades terapéuticas" que han cometido violaciones sistemáticas, como trabajo forzado y privación de medicamentos.
Convertir los problemas de salud mental en una herramienta de represión política, especialmente contra los pobres y los negros.
Ahora, parece que Trump y Kennedy buscan replicar este modelo en Estados Unidos, aprovechando la crisis de salud mental (como el aumento de tasas de suicidio y adicción) para justificar políticas que socavan las libertades.
Este plan se considera peligroso si se implementa debido a la falta de garantías, ya que no existen mecanismos de supervisión para prevenir la tortura o el abuso, como ocurrió en los antiguos manicomios. Y la politización de la psiquiatría mediante el uso de diagnósticos como herramienta para atacar a opositores o grupos marginados y desmantelar la atención pública al eliminar programas como "Vivienda Primero" y servicios de reducción de daños, lo que aumenta el sufrimiento de los vulnerables.
Trump y Kennedy utilizan un discurso anti-psiquiatría para servir a una agenda autoritaria, como exagerar los riesgos de los medicamentos psiquiátricos (a pesar de la falta de evidencia científica), mientras se ignoran las verdaderas causas de las crisis psicológicas, como la pobreza y la violencia sistémica.
Los expertos opinan que, en lugar de regresar al modelo punitivo, el sistema estadounidense necesita invertir en atención comunitaria (viviendas de apoyo, equipos de crisis incondicionales). Y abordar las causas fundamentales (pobreza, racismo, traumas infantiles). Asegurando la participación de los pacientes en el diseño de programas y rechazando el modelo coercitivo.
Si los planes de Trump tienen éxito, podríamos presenciar el regreso de los manicomios de la era oscura, pero esta vez bajo los lemas de "tratamiento" y "seguridad".
Según las directrices anunciadas, las granjas de bienestar son detenciones coercitivas donde se ingresará a personas sin hogar y a aquellos con trastornos mentales o adicciones en centros de tratamiento sin su consentimiento, basándose en evaluaciones poco claras.
La eliminación de la atención comunitaria mediante la reducción de financiamiento a programas de vivienda y apoyo social, reemplazándolos por instituciones cerradas. Con insinuaciones de que los internos serán obligados a trabajar como parte de la "rehabilitación", en un marco que se asemeja a la esclavitud.
Supervisión ideológica: preocupaciones sobre la promoción de estos centros de programas de "reeducación" basados en ideas de extrema derecha, especialmente después de las declaraciones de Kennedy Jr. que describieron los antidepresivos como "tan peligrosos como la heroína".
El plan no es nuevo. El expresidente brasileño Jair Bolsonaro implementó políticas similares, entre las que destacan:
Cierre de centros de salud mental comunitarios.
Financiamiento de "comunidades terapéuticas" que han cometido violaciones sistemáticas, como trabajo forzado y privación de medicamentos.
Convertir los problemas de salud mental en una herramienta de represión política, especialmente contra los pobres y los negros.
Ahora, parece que Trump y Kennedy buscan replicar este modelo en Estados Unidos, aprovechando la crisis de salud mental (como el aumento de tasas de suicidio y adicción) para justificar políticas que socavan las libertades.
Este plan se considera peligroso si se implementa debido a la falta de garantías, ya que no existen mecanismos de supervisión para prevenir la tortura o el abuso, como ocurrió en los antiguos manicomios. Y la politización de la psiquiatría mediante el uso de diagnósticos como herramienta para atacar a opositores o grupos marginados y desmantelar la atención pública al eliminar programas como "Vivienda Primero" y servicios de reducción de daños, lo que aumenta el sufrimiento de los vulnerables.
Trump y Kennedy utilizan un discurso anti-psiquiatría para servir a una agenda autoritaria, como exagerar los riesgos de los medicamentos psiquiátricos (a pesar de la falta de evidencia científica), mientras se ignoran las verdaderas causas de las crisis psicológicas, como la pobreza y la violencia sistémica.
Los expertos opinan que, en lugar de regresar al modelo punitivo, el sistema estadounidense necesita invertir en atención comunitaria (viviendas de apoyo, equipos de crisis incondicionales). Y abordar las causas fundamentales (pobreza, racismo, traumas infantiles). Asegurando la participación de los pacientes en el diseño de programas y rechazando el modelo coercitivo.
Si los planes de Trump tienen éxito, podríamos presenciar el regreso de los manicomios de la era oscura, pero esta vez bajo los lemas de "tratamiento" y "seguridad".