En un peligroso aumento que refleja una tensión sin precedentes en la región, el presidente estadounidense Donald Trump informó a sus principales asesores anoche miércoles su aprobación preliminar de planes para un ataque militar contra Irán, pero pospuso la decisión final a la espera de si Teherán renunciará a su programa nuclear.
Según informó el diario "The Wall Street Journal" citando a tres fuentes familiarizadas con las discusiones, Trump espera que la amenaza estadounidense obligue a los iraníes a ceder y rendirse, especialmente en medio de los continuos ataques israelíes contra Irán por sexto día consecutivo.
Trump no confirmó su decisión de manera definitiva, y dijo en declaraciones a la prensa: "Podría hacerlo, o podría no hacerlo", enfatizando que "la próxima semana será crucial, quizás menos de una semana".
Estas declaraciones se produjeron en medio de movimientos militares llamativos en la región, ya que el ejército estadounidense desplegó un tercer destructor en el este del Mar Mediterráneo, mientras que un segundo portaaviones estadounidense se dirige hacia el Mar Arábigo, lo que representa un importante refuerzo de la presencia militar estadounidense en la región.
Por su parte, el líder supremo iraní, Alí Jamenei, advirtió que su país no se rendirá, y dijo que cualquier intervención militar estadounidense tendría consecuencias irreparables.
Parece que Teherán rechaza completamente la idea de retroceder o hacer concesiones bajo presión, mientras Israel continúa bombardeando objetivos dentro de Irán a diario, causando graves pérdidas humanas.
Los informes indican que el número de muertos en Irán debido a los ataques israelíes ha superado los 450, según una organización de derechos humanos, mientras que los contraataques iraníes han causado la muerte de 24 personas dentro de Israel.
A pesar de que el Pentágono insiste en que los refuerzos militares estadounidenses son puramente defensivos, los observadores ven en ellos un paso táctico para preparar el terreno ante la posibilidad de que Washington se una oficialmente a la guerra.
En el lado europeo, se están llevando a cabo intensas consultas diplomáticas, y una fuente alemana reveló que la Unión Europea está manteniendo conversaciones nucleares con Irán en coordinación con Washington, preparando el terreno para el inicio de un diálogo técnico que podría contribuir a aliviar la crisis.
En Gran Bretaña, el gobierno de Keir Starmer ha puesto en alerta a las agencias estatales ante un inminente ataque estadounidense a Irán, en una clara señal del creciente nerviosismo europeo ante el deslizamiento hacia un enfrentamiento regional generalizado.
En medio de esta situación volátil y acelerada, los próximos días parecen ser decisivos para determinar el curso de los acontecimientos: o un avance diplomático, o un deslizamiento hacia un conflicto abierto de múltiples frentes.