El levantamiento de las sanciones estadounidenses: un cambio estratégico en medio de las transformaciones regionales

El viaje comenzó en mayo de 2004 cuando el presidente estadounidense George Bush firmó la orden ejecutiva 13338, que se financió bajo el pretexto de apoyar el terrorismo y el tema de las armas químicas. A lo largo de los años, estas sanciones se convirtieron en una red compleja que incluyó la Ley César de 2019, que estranguló la economía siria y la aisló del mundo.
Hoy, el presidente estadounidense firma la orden 14312 no como un regalo, sino como un reconocimiento de una nueva realidad. La caída del régimen de Assad, el ascenso de un nuevo liderazgo y el cambio en las prioridades de la política estadounidense en la región son factores que llevaron a Washington a revisar sus cuentas. Pero la decisión lleva consigo una clara advertencia: las sanciones no se han levantado para todos. Bajo la dirección de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), Estados Unidos ha mantenido el arma de la rendición de cuentas contra los símbolos del antiguo régimen, los violadores de derechos humanos y los narcotraficantes, señalando que Occidente no renunciará a su carta de presión moral.
Para la economía siria, que ha sido devastada por la guerra y las sanciones, esta ley aparece como un salvavidas. La apertura de puertas bancarias internacionales, el regreso de las remesas y el inicio del flujo de inversiones, especialmente del Golfo, son todos indicadores de la posibilidad de un nuevo nacimiento económico. Pero el camino no será fácil. Siria aún sufre de infraestructura destruida, corrupción rampante y una feroz competencia regional por los contratos de reconstrucción.
El mayor desafío para el nuevo gobierno sirio será convertir esta oportunidad dorada en una realidad tangible. ¿Podrán convencer a los inversores extranjeros de la seriedad de las reformas? ¿Tendrán éxito en equilibrar las relaciones entre las potencias regionales que compiten por la influencia?
Las respuestas regionales han sido variadas. Entre un claro saludo del Golfo, una notable vacilación europea y una advertencia iraní sobre una "nueva hegemonía", parece que Siria está entrando en una nueva fase de la lucha por la influencia, pero esta vez con medios económicos en lugar de armas.
Esta decisión no es el final del camino, sino el comienzo de un nuevo capítulo en la crisis siria. Es un cambio de una guerra de rifles a una guerra de intereses, de un campo de batalla militar a un mercado abierto para inversiones. El éxito o el fracaso no se medirán por el levantamiento de las sanciones, sino por la capacidad de los sirios para convertir esta oportunidad en una paz duradera y un verdadero florecimiento.