En una nueva declaración, el presidente libanés Joseph Aoun confirmó que el mensaje de Líbano es claro y firme hacia Irán: «no intervenir en los asuntos libaneses».
Aoun explicó que transmitió esta postura firme al Secretario General del Consejo de Seguridad Nacional iraní, Ali Larijani, subrayando que las relaciones entre los dos países deben basarse en el respeto mutuo y la no intervención en los asuntos internos.
Estas declaraciones se producen en un contexto de creciente tensión en el escenario libanés, con la llegada del enviado estadounidense Tom Barak y la diputada enviada especial para el Medio Oriente, Morgan Ortagus, a Beirut, donde se espera que presenten nuevas iniciativas centradas en la restricción de las armas en manos de la autoridad legítima libanesa, en medio de agudas disputas internas.
En este contexto, el Secretario General de Hezbolá, Naim Qassem, avivó la situación con declaraciones en las que acusó al gobierno libanés de entregar el país a Israel a través de la decisión de desarmar a su partido, advirtiendo que esta decisión podría llevar a una guerra civil, lo que fue completamente rechazado por el Primer Ministro Nawaf Salam, quien describió esas declaraciones como "una amenaza velada".
Analistas dicen que el gobierno libanés, bajo el liderazgo de Aoun y Salam, ha adoptado una postura más firme hacia Hezbolá y Teherán, y le ha comunicado a Ali Larijani su rechazo rotundo a cualquier intervención en los asuntos internos de Líbano, especialmente después de las críticas de Irán a la decisión de desarmar al partido.
Esta postura libanesa clara es la primera de su tipo en la historia de las relaciones entre Líbano e Irán, que ha sido el mayor apoyo financiero y militar de Hezbolá durante décadas.
El gobierno libanés ha incluido esta histórica decisión en la implementación del acuerdo de alto el fuego alcanzado con mediación estadounidense el 27 de noviembre, que puso fin a la guerra entre Hezbolá e Israel, y el acuerdo enfatiza la restricción del porte de armas solo a las fuerzas de seguridad y militares oficiales.
En una entrevista con el diario Asharq Al-Awsat, el Primer Ministro Nawaf Salam afirmó que la estabilidad y la seguridad son una necesidad básica para la recuperación de Líbano, diciendo: "No hay inversión ni reconstrucción sin seguridad y protección", señalando que el costo de la reconstrucción se estima en alrededor de 11 mil millones de dólares según el Banco Mundial.
A pesar del acuerdo de alto el fuego, Israel continúa lanzando ataques en áreas libanesas que apuntan a instalaciones y refugios de Hezbolá, amenazando con expandir sus operaciones si las autoridades libanesas no logran desarmar al partido.
En medio de estas tensiones, Naim Qassem instó a Hezbolá y al Movimiento Amal a posponer las manifestaciones para dar espacio al diálogo y a las reformas políticas, pero advirtió que el partido está preparado para cualquier confrontación si se le impone.
El panorama político libanés sigue al borde del abismo, en medio de intentos internacionales de mediación y agendas regionales complejas, mientras el pueblo libanés espera los resultados de esta batalla política crucial que podría definir el futuro de Líbano en términos de seguridad y política.