En un movimiento sorprendente, filtraciones revelan que Apple ha decidido temporalmente renunciar al liderazgo en rendimiento de sus próximos procesadores, centrándose en cambio en la eficiencia energética y en la duración de la batería en la serie iPhone 17, incluso si eso significa perder ante sus competidores.
Un análisis publicado por la cuenta 'Fixed Focus Digital' en la plataforma china 'Weibo' señala que los nuevos procesadores A19 y A19 Pro se centrarán en un consumo de energía eficiente, lo que dará a Qualcomm una ventaja temporal sobre su procesador Snapdragon 8 Elite 2, que se espera que alimente la próxima serie Galaxy S.
Según un informe de 'PhoneArena', el A19 Pro se fabricará con tecnología de 3 nanómetros (N3P) de TSMC, y se espera que el procesador alcance más de 4000 puntos en rendimiento de un solo núcleo y 10,000 puntos en rendimiento multinúcleo en la plataforma Geekbench.
Sin embargo, sigue rezagado en cuanto a rendimiento bruto frente a competidores como Snapdragon 8 Elite 2 y Dimensity 9500 de MediaTek.
A pesar de su rendimiento relativamente bajo, Apple apuesta a que el A19 Pro ofrecerá una experiencia de uso diario más estable gracias a la eficiencia del IPC (número de instrucciones por ciclo de reloj), incluso a velocidades más bajas en comparación con los procesadores Android.
En el esperado modelo iPhone 17 Air, se espera que se adopte una batería pequeña con una capacidad de solo 2800 miliamperios por hora, lo que confirma la orientación de Apple hacia el enfoque inteligente en la gestión de energía en lugar de aumentar la capacidad.
Por otro lado, Samsung anuncia un logro histórico al trabajar en la producción de un procesador de 2 nanómetros que podría estar listo a tiempo para el lanzamiento del Galaxy S 26.
Si logra alcanzar un rendimiento de producción del 60% o más, se convertirá en la primera empresa en lanzar teléfonos con un chip de 2nm, superando a Apple que ha liderado la carrera de nanómetros con el iPhone XS (7nm), iPhone 12 (5nm) y iPhone 15 Pro (3nm).
Si esto se cumple, podría marcar un punto de inflexión en la batalla de los procesadores y reorganizar la balanza de poder entre los gigantes de los teléfonos inteligentes.