La transformación estratégica estadounidense: hacia una prioridad local y un creciente aislamiento

Uno de los cambios más destacados fue la decisión de Trump de renombrar el Departamento de Defensa como "Ministerio de la Guerra", como se conocía desde su fundación en 1789 hasta 1947. Este cambio simbólico va acompañado de una transformación estratégica tangible en las prioridades del Pentágono, donde las misiones locales y regionales predominan sobre la estrategia de defensa estadounidense, de acuerdo con el borrador de la nueva estrategia de defensa nacional.
El periódico "Politico" reveló que los funcionarios del Pentágono propusieron dar prioridad a las misiones locales y regionales circundantes, lo que representa un desvío de las políticas de administraciones anteriores que se centraban en la amenaza china y la competencia con las grandes potencias. Esta transformación es liderada por Elbridge Colby, el principal funcionario de políticas del Pentágono, quien apoya una política estadounidense más aislacionista y coincide con la visión del vicepresidente JD Vance de poner fin a los compromisos exteriores estadounidenses.
Los efectos de esta nueva estrategia han comenzado a aparecer a través de pasos prácticos como la retirada de financiamiento de la Iniciativa de Seguridad del Báltico que apoyaba a Estonia, Letonia y Lituania, y el despliegue de miles de la Guardia Nacional en ciudades estadounidenses como Los Ángeles y Washington, así como el envío de buques de guerra y aviones F-35 a la región del Caribe para combatir las drogas.
En el marco del enfoque en "los riesgos regionales", las relaciones con Venezuela han experimentado una notable escalada. Informes indican que Trump está considerando opciones para llevar a cabo ataques militares dirigidos a bandas de narcotraficantes que operan en Venezuela, incluyendo ataques dentro del territorio venezolano. Esta escalada se produce después de un ataque estadounidense que tuvo como objetivo un barco venezolano en el mar Caribe, resultando en la muerte de 11 personas.
Parece que estos cambios afectarán las relaciones con los aliados tradicionales, ya que la administración estadounidense exigirá a los aliados que asuman más responsabilidad por su propia seguridad. Esta tendencia podría alterar las dinámicas de las alianzas internacionales y los equilibrios de poder regionales.
Estos cambios estratégicos representan una redefinición del papel estadounidense en el mundo, donde la actual administración prefiere centrarse en las amenazas regionales directas y los problemas internos a expensas de los compromisos internacionales tradicionales. Este nuevo rumbo podría marcar un punto de inflexión en la política exterior estadounidense y su impacto en el sistema internacional.