Los líderes de la comunidad drusa en Suwaida se unifican contra el gobierno sirio y exigen una comisión de investigación internacional

Los líderes de la comunidad drusa en la provincia de Suwaida emitieron declaraciones separadas pero similares en contenido, en las que pidieron la formación de una comisión de investigación internacional imparcial para esclarecer los recientes actos de violencia en la provincia, con una condena clara al gobierno sirio y acusándolo de "limpieza étnica sistemática".
En un comunicado grabado el sábado por la noche, el jeque Yusuf Jarboua pidió "el cese inmediato de las operaciones de combate, la liberación de los secuestrados y la apertura de corredores humanitarios sin condiciones". Señaló que Suwaida había sido testigo de "eventos dolorosos en los que las fuerzas locales hicieron esfuerzos para proteger a los civiles". Confirmó su solidaridad con los llamados a "la unidad y el rechazo de la discordia", agradeciendo la postura del jeque Muwafaq Tarif, líder de la comunidad drusa en Israel.
Por su parte, el jeque Hamoud al-Hanawi atacó al gobierno sirio en un comunicado similar, diciendo: "No hay pacto ni acuerdo entre Suwaida y un poder que ha vendido la patria y traicionado a su gente", describiéndolo como "una espada sobre el cuello de los inocentes". También exigió el levantamiento del asedio y la apertura de los corredores humanitarios, considerando que "la batalla se ha convertido en una lucha por la existencia".
El jeque Hikmat al-Hajri, el más radical contra Damasco, describió los eventos en un video grabado el 9 de agosto como "un genocidio sistemático llevado a cabo con sangre fría", responsabilizando al gobierno de "un asedio asfixiante que corta la electricidad, el agua y la comida". También condenó "la indiferencia del mundo ante lo que está sucediendo", elogiando la postura de Estados Unidos e Israel, que dijeron que su intervención militar contra las fuerzas gubernamentales era "una protección para los drusos".
Suwaida había experimentado un aumento de la violencia a mediados de julio, dejando más de 1013 muertos según la "red siria de derechos humanos", en medio de enfrentamientos que involucraron a facciones locales y fuerzas gubernamentales y tribales, con intervención israelí contra el ejército sirio.
Mientras las caravanas de ayuda llegaron a la provincia, incluyendo 20 camiones del Centro de Ayuda del Rey Salman y 29 caravanas de la ONU, al-Hajri advirtió sobre "el uso del hambre como método de guerra", exigiendo al Consejo de Seguridad que "actúe de inmediato y juzgue a los involucrados ante la Corte Penal Internacional".
Se considera que al-Hajri tiene la postura más dura contra Damasco, mientras que al-Hanawi y Jarboua han pasado de "una postura intermedia" a un discurso más radical, acusando al gobierno de "traición y encubrimiento de los crímenes de los tártaro", en referencia a las milicias leales a él.