Pavel Durov, fundador y CEO de la aplicación Telegram, ha desatado una nueva ola de controversia al revelar que las autoridades francesas exigen la creación de una "puerta trasera" que les permita acceder a los mensajes de los usuarios y su información personal.
Estas declaraciones llegan en un momento en que la aplicación está siendo sometida a un escrutinio creciente por parte de reguladores en varios países, especialmente después del arresto de Durov en agosto pasado.
En una publicación en su canal oficial dentro de Telegram, Durov señaló que estas demandas se basan en una legislación recientemente aprobada por el Senado francés, que obliga a las aplicaciones de mensajería a abrir puertas traseras que permitan a la policía acceder al contenido de los mensajes, bajo el pretexto de combatir el tráfico de drogas.
A pesar de que la Asamblea Nacional _la cámara baja del parlamento francés_ rechazó el proyecto, el jefe de la policía de París sigue exigiendo su implementación.
Durov advirtió sobre los grandes riesgos de crear una puerta trasera de este tipo, afirmando que representa una seria amenaza de seguridad porque es imposible garantizar que solo la policía tenga acceso a ella, abriendo la puerta a piratas informáticos y entidades maliciosas para explotarla.
Confirmó que Telegram no revela direcciones IP o números de teléfono de los usuarios a menos que sea por orden judicial, y que en los 12 años de operación de la plataforma, no se ha revelado ninguna parte de los mensajes privados de los usuarios.
En medio de estas presiones, Durov enfrenta una investigación oficial en Francia por permitir el intercambio de contenido ilegal a través de la plataforma, que incluye transacciones sospechosas, tráfico de drogas, fraude e incluso imágenes relacionadas con violaciones contra niños.
Sin embargo, sigue defendiendo su postura al negarse a colaborar con cualquier entidad que exija violar la privacidad de los usuarios.
Esto ocurre en un contexto global creciente de conflicto entre empresas tecnológicas y gobiernos sobre los límites de la privacidad y la libertad de expresión, donde grandes empresas como Apple han enfrentado presiones similares para proporcionar formas secretas de acceder a los datos de los usuarios.