La sequía golpea y el trigo escasea.. Siria se enfrenta a una dura prueba política y económica

Siria enfrenta la crisis alimentaria más grave en décadas, después de que la peor sequía en 36 años provocara una disminución del 40% en la producción de trigo, lo que coloca al nuevo gobierno ante un desafío económico y humanitario de gran gravedad, en medio de la escasez de liquidez y dificultades de importación.
Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Siria sufrirá este año un déficit de aproximadamente 2.73 millones de toneladas de trigo, suficiente para alimentar a cerca de 16 millones de personas durante un año completo.
Mientras tanto, el Programa Mundial de Alimentos advirtió que alrededor de 3 millones de sirios están amenazados por el hambre extrema, mientras más de la mitad de la población (25.6 millones de personas) sufre de inseguridad alimentaria.
Según Reuters, el gobierno sirio no ha podido comprar hasta ahora más que 373,500 toneladas de trigo local, es decir, la mitad de la cantidad del año pasado, mientras necesita importar al menos 2.55 millones de toneladas para cubrir sus necesidades.
Sin embargo, Damasco no ha anunciado ningún acuerdo importante, y solo depende de pequeños envíos que no superan las 200,000 toneladas a través de contratos directos con importadores locales.
Siria ha recibido un apoyo de emergencia limitado, destacando 220,000 toneladas de trigo de Irak y 500 toneladas de harina de Ucrania. Sin embargo, estas cantidades siguen siendo insuficientes para cerrar la creciente brecha.
Mientras tanto, Rusia, el mayor proveedor anteriormente, ha detenido el suministro desde diciembre pasado debido a retrasos en los pagos y la disminución de la confianza en la capacidad del nuevo gobierno para pagar.
Por otro lado, los agricultores locales intentan resistir ante la catástrofe, en Hasaka y Homs, la sequía ha destruido la mayoría de los cultivos, dice uno de los agricultores: "Sembramos 100 dunams y no cosechamos nada", mientras que otro se vio obligado a usar trigo no apto para el consumo humano como alimento para el ganado.
En mayo pasado, el presidente estadounidense Donald Trump anunció el levantamiento de las sanciones impuestas a Siria, en un paso considerado un cambio estratégico para apoyar su recuperación económica tras la destitución de Bashar al-Assad. Sin embargo, las restricciones bancarias y la congelación de activos aún obstaculizan las transferencias financieras, lo que dificulta la capacidad del gobierno para firmar contratos de importación a gran escala.
Y según el Departamento de Agricultura de EE. UU., Siria necesitará importar 2.15 millones de toneladas de trigo durante la temporada 2025-2026, un aumento del 53% respecto al año pasado, la mayor cantidad en su historia reciente.
El trigo representa la columna vertebral del programa de pan subsidiado, uno de los últimos salvavidas de protección social que quedan para los sirios. Sin embargo, la disminución de la producción local y la dificultad de importación presagian una crisis de pan aguda, que podría convertirse en una prueba política y económica para el presidente Ahmad al-Shara y su gobierno, que busca reconstruir el país después de 14 años de guerra.
Y mientras los sirios esperan la próxima temporada de lluvias con la esperanza de aliviar la crisis, la economía siria enfrenta una dura batalla para asegurar el pan, el producto más sensible en la vida de los ciudadanos y uno de los pilares de la estabilidad social.