En un desarrollo notable que refleja la creciente tensión, las autoridades del este de Libia han exigido a la misión de la ONU que abandone el país e impuesto restricciones estrictas, acusándola de no ser neutral y de favorecer a las autoridades de Trípoli, lo que amenaza con obstaculizar en gran medida los esfuerzos de las Naciones Unidas para poner fin a la prolongada crisis libia.
La escalada se produjo después de que la enviada de la ONU a Libia, Hanna Tetteh, criticara ante el Consejo de Seguridad la decisión del parlamento libio de asignar 69 mil millones de dinares al Fondo de Desarrollo y Reconstrucción supervisado por el hijo del comandante Khalifa Haftar, advirtiendo sobre sus repercusiones en la inflación y el valor del dinar.
Una medida que el gobierno designado por el parlamento consideró una intromisión flagrante en sus competencias y una violación de la soberanía nacional.
En una respuesta directa, el gobierno de Osama Hamad en el este decidió restringir los movimientos de la misión de la ONU y las misiones internacionales dentro de las áreas bajo su influencia, exigiendo coordinación previa con el Ministerio de Relaciones Exteriores para cualquier actividad diplomática, lo que en la práctica significa restringir la labor de la misión en el este, centro y sur.
La tensión surge tras una relación tumultuosa entre la misión de la ONU y la población libia, especialmente después de que manifestantes asaltaran su sede en Trípoli en protesta por lo que consideraron su fracaso en ofrecer una solución política.
Los observadores consideran que este paso obstaculizará el plan que Tetteh planea presentar pronto, que incluye un plan para elegir un nuevo liderazgo y formar un gobierno unificado.
Se espera que los esfuerzos de las Naciones Unidas, que buscan impulsar un proceso político integral en Libia, enfrenten más obstáculos en medio de esta nueva crisis con el este del país.