Francia en una situación crítica... La votación de confianza al gobierno refleja una crisis política y económica devastadora

Francia se prepara para una votación crucial el lunes, que consiste en la votación de la Asamblea Nacional para otorgar confianza al gobierno del primer ministro François Bayrou, en un clima político tenso y una economía debilitada bajo el peso de un ambicioso plan de austeridad que busca abordar un déficit financiero que supera los 142 mil millones de euros.
El gobierno intenta sacar a Francia del túnel de la crisis financiera a través de un plan que incluye recortes en el gasto público de 44 mil millones de euros y un aumento de impuestos. Sin embargo, estas medidas amenazan con debilitar el poder adquisitivo de los ciudadanos y reducir las ganancias de la "clase media, que ya ha colapsado, así como las ganancias de la clase trabajadora", lo que afectará negativamente la calidad de los servicios básicos como la salud y la educación.
A pesar de que lo aparente es una crisis financiera, los observadores creen que el núcleo del problema en Francia radica en la "composición política". Los resultados de la segunda vuelta de las elecciones legislativas anticipadas, que se llevaron a cabo el 7 de julio de 2024, fueron "contrarios a las encuestas", después de la disolución de la Asamblea Nacional en junio de 2024 tras la aplastante victoria de la extrema derecha en las elecciones europeas.
Esta división política obstaculiza el trabajo del gobierno y anteriormente hizo caer al gobierno de Michel Barnier tras solo tres meses de haber sido nombrado a finales de 2024, y se prevé que el gobierno de Bayrou enfrente el mismo destino el lunes.
Las preocupaciones se profundizan al observar la propiedad de la deuda pública francesa, que ha alcanzado niveles récord de aproximadamente 114% del producto interno bruto, equivalente a 3 billones y 300 mil millones de euros. Según datos de "Barclays y el Departamento del Tesoro de EE. UU.", los inversores extranjeros poseen alrededor del 56% del total de esta deuda, una proporción que supera a la de otras grandes economías como Italia (28%), Estados Unidos (30%), España (40%) y Alemania (45%).
El peligro radica en que esta alta proporción "podría significar que la liquidación de los costos de endeudamiento francés podría tardar más", y las estimaciones sugieren que la proporción real de inversores extranjeros podría ser mayor, ya que "las empresas de inversión francesas que poseen menos del 50% de las deudas, actualmente, son solo empresas de servicios financieros, pero la propiedad real de esas inversiones es de extranjeros".
Esta situación "preocupa a la Unión Europea". La presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, comentó la semana pasada: "Francia no está en una situación que requiera la intervención del Fondo Monetario Internacional en este momento, pero cualquier riesgo de caída de un gobierno en la zona euro es preocupante". Lagarde enfatizó que "la disciplina fiscal sigue siendo necesaria en Francia", señalando que está monitoreando de cerca la situación de los diferenciales de los bonos franceses.
Este plan forma parte de los esfuerzos del gobierno para lograr un equilibrio entre la reducción del déficit y la estimulación del crecimiento, en medio de advertencias de economistas de que "cualquier retraso en las reformas fiscales podría resultar en costos mayores a largo plazo, incluyendo el aumento de las tasas de interés sobre la deuda pública".
En conclusión, el destino del gobierno, ya sea que gane la confianza o sea derrocado, sigue siendo un indicador de la inestabilidad que enfrenta este país clave en la zona euro. La existencia de "un gobierno con una mayoría frágil y promesas de reformas de austeridad que se encuentran con un fuerte rechazo, además de presiones populares que amenazan con paralizar el país en los próximos días", pone el futuro de la economía francesa en juego y pinta un panorama sombrío que los inversores y el mundo observan con preocupación.