El Secretario General de las Naciones Unidas, António Guterres, describió la distribución de ayuda alimentaria en Gaza, respaldada por Estados Unidos, como "inherente insegura" y que resulta en la muerte de civiles, enfatizando que "buscar comida no debe ser sentencia de muerte".
Guterres señaló que los esfuerzos humanitarios de socorro están siendo obstaculizados, con los trabajadores en el terreno sufriendo hambre, y llamó a Israel, como potencia ocupante, a facilitar el paso de la ayuda al territorio.
En un desarrollo importante, Médicos Sin Fronteras solicitó la suspensión de las actividades de la "Fundación Humanitaria de Gaza", respaldada por Israel y Estados Unidos, considerándola responsable de "masacres recurrentes" y de humillar a los palestinos al obligarlos a elegir entre el hambre y arriesgar sus vidas para obtener la ayuda mínima.
La organización explicó que más de 500 personas han sido asesinadas y alrededor de 4000 han resultado heridas en sus intentos por llegar a los centros de distribución.
Médicos Sin Fronteras afirmó que los puntos de distribución están rodeados de estrictos controles israelíes, donde la gente es disparada ya sea que lleguen temprano o tarde, dificultando el acceso de mujeres, niños, ancianos y personas con discapacidad a la ayuda.
Por otro lado, la Fundación Humanitaria de Gaza negó que haya ocurrido algún incidente en sus centros, asegurando que continúan entregando la ayuda de manera segura.
La crisis continúa en medio de un asedio israelí asfixiante, que prohíbe la entrada de medios de comunicación extranjeros y restringe la movilidad de periodistas locales, dificultando la verificación independiente de la situación sobre el terreno.
Médicos Sin Fronteras también solicitó levantar el asedio de inmediato y volver al sistema de coordinación de ayuda liderado por las Naciones Unidas, para preservar la vida de miles de civiles atrapados en Gaza.